Entre tinieblas
- Mucho pop y pocas nueces
- 28 mar 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 29 mar 2020
Desde Mucho pop y pocas nueces entendemos que el término pop tiene dos acepciones: pop como género y pop como abreviación de popular. En nuestra sección de columnas hemos decidido explorar esta dicotomía.
El nuevo pop en España está confinado a la oscuridad. Irónicamente, no tiene nada de nuevo

Virgen Maria por Filip Custic.
Uno de los recuerdos más vívidos que retengo de mi niñez es volver a casa en coche con mi madre mientras escuchábamos Mecano. Prácticamente cada día recorríamos, con la luz fugada, una ruta idéntica - el tiempo suficiente para 3 o 4 canciones. Estaban siempre en rotación los mismos álbumes: su homónimo debut, Entre el cielo y el suelo, Descanso dominical. Adquirí rápidamente la costumbre de delinear la silueta de la luna a través del cristal, decidir si aquella noche el niño lloraba o dormía plácidamente.
Las historias de Nacho Cano me fascinaban: su fantasía romántica, su verosímil sinceridad, sus ocasionales giros macabros. Mis padres respetaban mi curiosidad y me hablaban sin tapujos. Crecí conociendo la Movida Madrileña, y no fui ajena por mucho tiempo a las sórdidas circunstancias de uno de los episodios más idiosincrásicos de la cultura española.
Desde Paloma Chamorro hasta Almodóvar, los protagonistas de la Movida dejaron una huella indeleble en nuestra memoria contemporánea, de vez en cuando incluso haciéndonos olvidar que durante los años 80 capitaneaban un movimiento de contracultura. Los pioneros de este país eran, por aquel entonces, animales nocturnos, y lo siguen siendo hoy.
Nuestras grandes divas son las folclóricas del pasado. Cantautores como Pablo López y Malú puede que llenen estadios, pero no cambiarán la forma en la que entendemos la música en España. Estas pequeñas revoluciones siguen organizándose en la madrugada de la Sala Apolo o La Riviera, en círculos pequeños, reuniones prácticamente clandestinas, porque el elemento de incomprensión es inherente al pop puro, aunque este se convierta en un producto masivo (solo hace falta pensar en himnos como Express Yourself o Born This Way), de la misma manera en que lo son los sintetizadores o la progresión de acordes I-V-vi-IV.
Si bien es cierto, el pop puro no existe dentro del contexto español, y es más bien un género marginal. Mientras que las nuevas iteraciones de la música urbana inundan las radios y las discotecas, en el panorama nacional este estilo siempre arrastra consigo segundas etiquetas: indie, alternativo, experimental. Es por eso que la figura del underdog moderno se materializa en personajes variopintos, como PUTOCHINOMARICÓN (el sobrenombre artístico de Chenta Tsai, un autodefinido performer que busca reapropiarse de los insultos que han caracterizado su experiencia en España siendo inmigrante taiwanés y homosexual), Virgen Maria (alter ego de María Forqué, cabeza de un proyecto que busca desafiar la censura virtual y entrelazar el sexo con el imaginario cristiano) o, curiosamente, a pesar de haber florecido en el talent show más exitoso de este país, Amaia.
De vez en cuando, sin embargo, vemos a algún artista catapultarse desde el underground. Aunque ahora los palmeos de Rosalía reverberen por todo el globo, no podemos ignorar que hasta hace solo un par de años estaba actuando de forma gratuita en las fiestas de la Mercè. Si hay un mensaje inscrito en la trayectoria estelar de la catalana, es el siguiente: para apreciar lo que se oye arriba, tenemos que empezar a escuchar desde abajo.
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